Las palabras son fuertes y condensan
y cada letra es fuerte y la forma en que queda ahí parada dice algo.
qué hace que un M sea para todos leída como una M, donde está el límite?
Un hombre que maneja un colectivo con un perro colgando del cuello enfrente sobre el parabrisas con expresión tranquila que alguien le cosió con una lana, sosteniendo entre las manos un corazón de plush que dice TE AMO, y tiene dos huesitos.
Siempre me pregunto lo mismo, si las dos palabras puestas por otro en ese cacho de algodón relleno hermoso y ternurita, realmente remiten al conductor que quien sea que se lo dio siente desfasadamente eso, y la frase le hace resonar en su memoria algún momento entre paredes blancas y sábanas blancas, visto desde arriba en el recuerdo, con el Sol entrando tan fuerte como entra ahora por las ventanas del bondi, tiñéndolo todo, y eso era El Amor y la piel de los dos engamada perfecta, no importa de qué color, importa el efecto mágico del momento, las endorfinas maravillosas vuelven todo perfecto y arreglado por un orden previo, hacen besar el camino que haya hecho falta haber recorrido para llegar hasta ahí, hasta la perfección de los colores que es la que confirma: sí, está bien, llegaste está bien estar acá, está bien que estén acá, los dos estando juntos recibiendo el Sol en este pedacito de espacio, y ella un día, mucho más tarde le regala ese perrito que ahora cuelga sucio, para que se acuerde o se lo compra él, para acordarse, del cielo la luz la ventana, verse a sí mismo en un plano cenital, visto de afuera todo condensado en el corazón con los huesitos, escrito sin amor, y por otro, y con aguja e hilo.
jueves, 15 de octubre de 2009
tipógrafa insoportable
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