dejo de pensar
un rato y para cuando vuelvo
la reina de corazones está agarrando un pez
enorme, el cielo es cielo
que no es el de acá, que no es
el de acá
no es el de acá
no entiendo cómo
sale
el color,
sentarme para
cualquier cosa y pensar
deliberadamente que sea cualquier cosa,
¿es ridículo
que mientra estoy
recorriendo las grises veredas acá
ya feliz y tan calmada
tan antiextrañante con el otoño cayéndome como cae una sábana
en el medio de una cara dada vuelta,
para cuando
me voy lejos a mirar,
todo lo que empezó sin cielo
y en una habitación cerrada termina en
los amplísimos cielos de valizas?,
no,
ridículo no es